En algunos pueblos de nuestra provincia recibe el nombre de "tiro" o "tiro de agua" y se la considera muy peligrosa comparándola con la víbora en peligrosidad, quien no ha escuchado el tópico:
"Si el tiro viera
y la víbora oyera
no habría hombre
que al campo saliera".
Nada mas lejos de la realidad, la salamandra es uno de los animales más hermosos de nuestra fauna además de inofensiva. Su presencia –difícil de detectar por otra parte- indica que el entorno está bien conservado, con una buena cobertura vegetal y calidad del agua. Las hembras de la salamandra pueden ser ovovivíparas o vivíparas. En los casos de viviparismo se dan casos de canibalismo intrauterino entre las larvas. Pueden llegar a vivir hasta 24 años.
Identificación:
La salamandra es un urodelo de talla mediana a grande, con un tamaño que en la península Ibérica puede superar los 250 milímetros de longitud total. La cabeza es robusta con grandes glándulas parótidas, en las que son visibles una serie de poros glandulares, situadas detrás de unos ojos prominentes con pupilas marrones y redondas. El cuerpo es de sección cilíndrica, de piel lisa con surcos en los costados y poros glandulares que se dividen a ambos lados del cuerpo llegando hasta el principio de la cola. El dibujo de la piel es muy variable aunque suele tener una base negra salpicada de manchas amarillas que pueden variar en forma y tamaño según la subespecie. Estas manchas suelen ser arriñonadas en las subespecies meridionales.
En las que habitan más al norte el amarillo en la piel es más abundante, con franjas continuas desde los ojos hasta la cola. Esta es también de sección cilíndrica o un poco comprimida. La patas son cortas con cuatro dedos en las manos anteriores y cinco en las traseras. El vientre es oscuro con manchas claras, amarillentas.
Estatus de conservación:
Es curioso que hasta hace pocos años la salamandra estaba catalogada como “no amenazada” en nuestro país. Desde hace 2 o 3 décadas asistimos a fuertes retrocesos poblacionales en multitud de lugares que contaban con su presencia tradicional. Incluso han desaparecido completamente de vastos territorios como zonas del sistema Ibérico, sin que estén muy claras las causas. Las medidas de conservación deben ir principalmente encaminadas al mantenimiento de los puntos de reproducción, que hoy en día se enfrentan a numerosas amenazas, muchas de ellas desencadenadas por simple desconocimiento, como la introducción de peces y cangrejos americanos, de consecuencias catastróficas para los anfibios en general. También habría que erradicar la mala costumbre de arrojar en ellos los envases de los productos químicos utilizados en agricultura, electrodomésticos viejos y muchos otros residuos. Ya tienen bastante estos medios con soportar la contaminación procedente de las escorrentías superficiales o subterráneas, al situarse por lo general junto a campos de cultivo o al ser abrevaderos para el ganado. También sería deseable una mayor vigilancia sobre la explotación de los acuíferos y las actividades que inciden directamente sobre estos medios de reproducción: roturaciones, canalizaciones, entubamientos, desecaciones, aterramientos, etc.Estas zonas, generalmente de poca extensión, necesitan urgentemente una protección sobre el papel y sobre el terreno, que encaja muy bien con el modelo, ya puesto en marcha para endemismos vegetales, de las microreservas.
Distribución:
Posee una amplia distribución que abarca en Europa desde Portugal hasta el norte de Alemania, los países balcánicos, Grecia, Turquía, extendiéndose también por Asia menor en Iraq y el oeste de Irán. En nuestro país se extiende por todo el litoral cantábrico, Galicia, norte de Castilla y León, Pirineos y gran parte de Cataluña. Conforme bajamos hacia el sur las poblaciones se hacen mas montanas en el interior peninsular estando mejor representada en la mitad occidental. La encontramos en el Sistema central, Extremadura, Montes de Toledo, Sierra Morena y montañas litorales y prelitorales de Cádiz y Málaga, llegando aquí de nuevo al nivel del mar. En el sureste encontramos poblaciones en Jaén, Albacete, Granada y Murcia.
Mapa distribución ciudad real
Habitat:
Sus poblaciones en la inmensa mayoría de los lugares se han visto relegadas a zonas montañosas que conservan arroyos prístinos y zonas boscosas bien conservadas. Es más frecuente en bosques de fronda al conservar estos una mayor humedad ambiental. Generalmente ocupan zonas de orientación umbría y con una pluviosidad superior a 700 litros de lluvia anuales. Son criaturas muy sedentarias, y tienen un dominio vital de entre 10 y 150 metros. Su actividad es predominantemente nocturna, aunque en climas húmedos se les puede observar incluso de día, durante jornadas lluviosas y de temperaturas suaves. Su temperatura ideal es en torno a los 14º y la altitud mas frecuentada por la especie esta en torno a los 1000m de altitud.
Ecología trófica:
Son muy voraces y localizan activamente dafneas, tricópteros, plecópteros, dípteros, etc., siendo incluso caníbales y llegando a consumir a otros congéneres casi de su mismo tamaño. A su vez ellas pueden ser devoradas por larvas de libélulas, ditiscos, escorpiones acuáticos, culebras y otros anfibios.
La alimentación de las salamandras adultas se compone de ciempiés, escolopendras, cochinillas de la humedad, babosas, caracoles, termitas y hormigas, dípteros, arañas, pequeños coleópteros y sus larvas y otros invertebrados.
Biología de la reproducción
La época de apareamiento se reparte en dos épocas; mediados de otoño y finales de invierno o primavera. Los acoplamientos tienen lugar en tierra. Cuando el macho localiza una hembra, corre hasta ella acosándola y subiéndose a su espalda. En esta posición consigue inmovilizarla. A continuación se sitúa debajo de ella y con un ligero frote de su lomo consigue embelesarla. Ambos comienzan a realizar movimientos laterales de la cabeza y el macho contorsiona su cuerpo y cola. Tras permanecer unidos durante unos minutos, el macho deposita un espermatóforo de unos 10mm de longitud en el suelo. Entonces coloca a la hembra en la posición adecuada para que lo absorba a través de su cloaca. Posteriormente se separan. Las hembras tienen la capacidad de retener en su interior el esperma el tiempo necesario hasta que las condiciones ambientales sean propicias para que tenga lugar la ovulación. Por tanto, el periodo de gestación puede ser muy largo, hasta 8 o más meses. Las salamandras, a diferencia del resto de nuestros anfibios, no ponen sus huevos en el agua. Son “ovoviviparas”, es decir, los huevos se desarrollan dentro del útero materno y posteriormente paren larvas que sí depositan en el agua. Una de las peculiaridades en esta especie es el
canibalismo intrauterino. Consiste en que las larvas pueden devorarse unas a otras dentro del útero materno, por lo que nacen menos ejemplares pero de mayor tamaño y a veces incluso habiendo finalizado completamente la metamorfosis. Para depositar las larvas seleccionan arroyos limpios y no muy caudalosos. En ausencia de estos, también utilizan albercas, fuentecillas y abrevaderos para ganado. La duración del desarrollo acuático de las larvas es muy variable, y depende de distintos factores, fundamentalmente
del tamaño que tenían al nacer, de la temperatura del agua, y de la disponibilidad de alimento.
mayor número de larvas en el agua entre los meses de enero y febrero. Su color es color grisáceo, con manchas pardas y reflejos metálicos, y el vientre blanquecino. Al ir creciendo, las manchas oscuras se hacen más notables y aparecen manchas blancas muy características en la base de las patas que al acercarse la metamorfosis se vuelven amarillas. Pasados 3 ó 4 meses, desaparecen las branquias y aparecen ya las manchas amarillas, para completar el desarrollo larvario a los 5 meses, abandonando el agua al medir aproximadamente 6 cm, y ya con el aspecto y coloración de los adultos.Tras la metamorfosis, los juveniles son idénticos a los adultos, realizando largos desplazamientos desde los regatos donde nacieron, alcanzando la madurez sexual (momento a partir del cual son capaces de reproducirse) a los 3 ó 4 años. Pueden vivir hasta 15 o 20 años.
Interacciones entre especies:
Las principales amenazas que se ciernen sobre esta subespecie son el incremento de la aridez, el abandono constatado de la mayoría de las estructuras artificiales que utilizan para reproducirse (albercas, pilones, fuentes y “tornajos” de madera), y la proliferación del jabalí, que deteriora sus puntos de reproducción, y aunque no está confirmado, es muy probable que deprede directamente sobre juveniles y adultos. Otros factores negativos son la destrucción directa por parte del hombre, a causa de su mala fama, el atropello en carreteras y caminos, la contaminación de los arroyos y el incremento del número de incendios en toda la zona, causado sobre todo por la errónea política reforestadora. La detección de la presencia de la especie es relativamente fácil durante la época larvaria. Los factores que quizás hayan resultado más decisivos, son los periodos de sequía de los años 80 y mitad de los 90, y la explosión demográfica del jabalí. Tampoco es descartable una súbita desaparición a causa de la aparición de alguna enfermedad infecciosa. Lo más probable es que la interacción de todos estos elementos haya ido mermando poco a poco los efectivos de la especie, en una zona que no es del todo propicia para ella al situarse en su borde oriental de distribución. Si a esto unimos una posible degeneración genética a causa de la endogamia, tenemos el coctel explosivo que ha desembocada en su más que probable extinción. Sería necesario realizar un seguimiento continuo de las poblaciones conocidas para determinar su dinámica, así como una intensificación de los muestreos para detectar posibles poblaciones. A pesar del alto grado de conocimiento que ya se posee al respecto, ha ocurrido en más de una ocasión que se han encontrado poblaciones en zonas que en principio no parecían adecuadas.
Patrón social y comportamiento:
Su actividad es predominantemente nocturna, aunque en climas húmedos se les puede observar incluso de día, durante jornadas lluviosas y de temperaturas suaves. Sus poblaciones en la inmensa mayoría de los lugares se han visto relegadas a zonas montañosas que conservan arroyos prístinos y zonas boscosas bien conservadas. Es más frecuente en bosques de fronda al conservar estos una mayor humedad ambiental.
Tanto los ejemplares juveniles como los adultos liberan a través de las glándulas parótidas y por los poros glandulares una sustancia lechosa que contiene unas neurotóxinas y es un buen repelente contra muchos depredadores. El llamativo dibujo de su piel, es también un elemento disuasorio frente a sus enemigos, ya que la asociación de algunos colores en la naturaleza (aposematosis) indica señal de peligro. En ocasiones adoptan una postura defensiva arqueando el cuerpo y exhibiendo sus colores y glándulas parótidas. Aún así tiene enemigos naturales como las víboras, culebras de collar, algunas aves y mamíferos como el turón o el jabalí. Para el hombre, tanto adultos como larvas son completamente inofensivos. Únicamente hay que tener la precaución de lavarse las manos y no tocarse los ojos o la boca tras haber manipulado a un ejemplar para evitar posibles irritaciones en las mucosas.